¡¡Cierren
la puerta!! Es lo que debía pensar Arthur Fry cada vez que, cantando
en el coro de la iglesia, las corrientes de aire hacían que los
marcadores que había puesto en sus páginas de himnos se le cayeran,
con lo que tenía que volver a buscarlos para ordenarlos de nuevo.
Años antes, el químico de 3M, Spencer Silver
estaba trabajando en un nuevo proyecto para mejorar el adhesivo de
acrilato, haciendo de él un adhesivo potente para la unión de
piezas aeronáuticas. El resultado de una de las pruebas fue un
adhesivo de muy alta calidad pero que era capaz de pegar dos hojas
papel de manera muy débil, lo bastante para no ofrecer resistencia
al despegarlos y que además se podía reutilizar. Obviamente el
adhesivo no era apto para las piezas de los aviones que se pretendían
pegar.
Silver dio una serie de seminarios dónde
comentaba las características de este nuevo adhesivo, intentando
darle una salida al lote. Pero, ¿que salida tiene un pegamento que
no pega?. La casualidad hizo que en ese momento uno de los
investigadores de 3M, que asistió a uno de los seminarios, pensara
en una posible utilidad a raíz de un problema que se le había
presentado. El trabajador de 3M era Arthur Fry y su problema...las
corrientes de aire.
Fry fue capaz de encontrar una utilidad a un
producto que no la tenía. Su mente fue capaz de relacionar un
descubrimiento fortuito con un posible producto así que, decidió
probarlo. Arthur cogió un pedazo de papel y le aplicó un poco de
este nuevo pegamento para probarlo en su cancionero. El trozo de
papel, de color amarillo, hizo sus funciones, manteniéndose pegado a
la hoja del himno que quería marcar.
Arthur Fry, satisfecho con la idea, describió
el nuevo producto para presentarlo a la dirección de 3M, sabiendo
que sería posible venderlo y obtener beneficios. Se acababa de
inventar el mundialmente conocido Post-it, aunque su primer nombre
fue el de Press 'n Peel.
Se repartieron varias muestras entre los
trabajadores de 3M y más tarde se produjo el “bombardeo a Boise”
que consistió en repartir muestras gratuitas en la ciudad de Boise,
en Idaho. El resultado fue acaparador. El 90% de las personas que
recibieron la muestra manifestaron su gran utilidad y su disposición
a comprar el nuevo producto de 3M.
La serendipia entró en juego, en este caso, de
manera ligeramente distinta a la habitual. En esta ocasión el
descubrimiento fortuito lo realizó una persona y la capacidad para
darse cuenta de un posible uso fue debido a otra, pero el resultado,
el mismo.
Fruto de un producto sin aparente utilidad y
gracias a la capacidad de relación de Fry, nació y vio la luz un
nuevo producto que en pocos años se hizo imprescindible en muchas
oficinas, negocios y hogares de todo el mundo. En ocasiones, lo que
parece un fracaso, es simplemente la primera etapa de un éxito de
escala global. Henry Ford dijo: “El
fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito”.
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