La gestión del conocimiento parte del proceso de identificar, agrupar, ordenar y compartir continuamente conocimiento de cualquier tipo para satisfacer necesidades y desarrollar oportunidades.
Actualmente, el acceso a información de diversa índole es abrumador, el poder de una organización, no reside en tener información o en poseer la más puntera tecnología, el verdadero poder reside en saber cristalizar de algún modo toda esa información y transformarla en conocimiento, en un conocimiento que permita a la empresa destacar de entre toda una red de competidores y empresas con productos sustitutivos. Y es que, estamos inundados de información, pero a la vez, sedientos de conocimiento. Pero los datos, convertidos en información, son necesarios, ya que, no existe el conocimiento sin información y sin trabajo para procesarla.
Este conocimiento incluye el "saber qué" (know that), el "saber cómo" (know how) y el "saber dónde" (know where). Es muy importante saber qué se sabe para utilizar tan potente herramienta y no desaprovechar lo que una organización ha aprendido de la experiencia o de vivencias propias. Véase: Capital Humano: Gestión del conocimiento, e-learning y modelos sociotécnicos.
El aprovechar recursos informáticos y las tecnologías de la información y conocimiento es muy importante para llevar a cabo esta tarea dentro de la empresa, pero, limitarse a digitalizar contenidos y olvidarlos no hace más que derrochar tiempo y recursos.
El aprendizaje de una organización es la base de todo un sistema de gestión del conocimiento, que a su vez deriva en la generación de capital intelectual y capacidades organizativas.
Todo aquello que una empresa utiliza para crear valor, pero no contabiliza, es decir sus activos intangibles, deben ser valorados sobre manera, ya que estos, ni se compran ni se venden y el conocimiento es un bien que toda empresa, si quiere sobrevivir, debe gestionar de manera que no escape y que fluya de manera que genere aún más valor.
El hecho de que una organización aprenda, parte del aprendizaje colectivo de las personas, y estas personas son las que deben hacer el esfuerzo de aprender, pero sobretodo de querer aprender, es decir, tener una inmensa base de datos con millones de entradas y respuestas a los problemas más comunes, no sirve de nada si no se explota todo el potencial, que sin duda, tiene dicha herramienta. Las personas aprenden haciendo, persiguiendo objetivos que son importantes para ellos, y para esto se requiere motivación y un punto al que dirigirse, tanto de manera individual como colectiva, el equivocarse, no es pecado, y menos aún si de esta equivocación se extrae una información que pasará a ser conocimiento.
Como dijo Aristoteles: "Lo que tenemos que aprender, lo aprendemos haciendo”.
Webgrafía:
Martínez Aldanondo, Javier, e-learning y los 7 pecados capitales
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