miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sección Serendipia II. El poder de las corrientes de aire


¡¡Cierren la puerta!! Es lo que debía pensar Arthur Fry cada vez que, cantando en el coro de la iglesia, las corrientes de aire hacían que los marcadores que había puesto en sus páginas de himnos se le cayeran, con lo que tenía que volver a buscarlos para ordenarlos de nuevo.

Años antes, el químico de 3M, Spencer Silver estaba trabajando en un nuevo proyecto para mejorar el adhesivo de acrilato, haciendo de él un adhesivo potente para la unión de piezas aeronáuticas. El resultado de una de las pruebas fue un adhesivo de muy alta calidad pero que era capaz de pegar dos hojas papel de manera muy débil, lo bastante para no ofrecer resistencia al despegarlos y que además se podía reutilizar. Obviamente el adhesivo no era apto para las piezas de los aviones que se pretendían pegar.

Silver dio una serie de seminarios dónde comentaba las características de este nuevo adhesivo, intentando darle una salida al lote. Pero, ¿que salida tiene un pegamento que no pega?. La casualidad hizo que en ese momento uno de los investigadores de 3M, que asistió a uno de los seminarios, pensara en una posible utilidad a raíz de un problema que se le había presentado. El trabajador de 3M era Arthur Fry y su problema...las corrientes de aire.

Fry fue capaz de encontrar una utilidad a un producto que no la tenía. Su mente fue capaz de relacionar un descubrimiento fortuito con un posible producto así que, decidió probarlo. Arthur cogió un pedazo de papel y le aplicó un poco de este nuevo pegamento para probarlo en su cancionero. El trozo de papel, de color amarillo, hizo sus funciones, manteniéndose pegado a la hoja del himno que quería marcar.

Arthur Fry, satisfecho con la idea, describió el nuevo producto para presentarlo a la dirección de 3M, sabiendo que sería posible venderlo y obtener beneficios. Se acababa de inventar el mundialmente conocido Post-it, aunque su primer nombre fue el de Press 'n Peel.

Se repartieron varias muestras entre los trabajadores de 3M y más tarde se produjo el “bombardeo a Boise” que consistió en repartir muestras gratuitas en la ciudad de Boise, en Idaho. El resultado fue acaparador. El 90% de las personas que recibieron la muestra manifestaron su gran utilidad y su disposición a comprar el nuevo producto de 3M.


La serendipia entró en juego, en este caso, de manera ligeramente distinta a la habitual. En esta ocasión el descubrimiento fortuito lo realizó una persona y la capacidad para darse cuenta de un posible uso fue debido a otra, pero el resultado, el mismo.

Fruto de un producto sin aparente utilidad y gracias a la capacidad de relación de Fry, nació y vio la luz un nuevo producto que en pocos años se hizo imprescindible en muchas oficinas, negocios y hogares de todo el mundo. En ocasiones, lo que parece un fracaso, es simplemente la primera etapa de un éxito de escala global. Henry Ford dijo: “El fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito”.

Webgrafía:

viernes, 23 de noviembre de 2012

Sección Serendipia I. La unión hace la fuerza.


1941. Una mañana cualquiera. ¿Cualquiera? No del todo ya que, ese día se iban a producir unos hechos que serían desencadenantes en la invención de uno de los productos más utilizados del mundo.

Esa mañana, como muchas otras, un ingeniero eléctrico paseaba por el campo, una de sus aficiones preferidas, junto a su perro. Ese ingeniero, suizo de nacimiento, es el mismo que con 12 años ideó y construyó un avión de madera como juguete y que posteriormente acabaría patentando. Ese ingeniero era George de Mestral.


Tras el paseo, George y su perro volvieron a casa. Una vez allí, se encontró con lo difícil que le resultaba separar las pequeñas flores del cardo alpino que se le habían enganchado en los pantalones, pero que las que se habían enganchado al pelo de su acompañante canino resultaban aún más molestas de desenganchar.

Debido a ese hecho, decidió inspeccionar esas flores con más detalle en el microscopio para entender el motivo de tan alta resistencia. En ese momento, descubrió que en los extremos de las espinas del cardo existían una multitud de ganchos en forma de garfios que se pegaban a los tejidos y al pelo de manera que resultaba muy difícil deshacer la unión.

La serendipia, es eso, hacer un hallazgo de forma fortuita mientras se perseguían otros fines. Pero también, tener la capacidad de darse cuenta de lo que se ha hallado puede convertirse en una innovación, en este caso, de orden mundial. Pasar del hallazgo a la idea y de la idea, al producto.

Y De Mestral se dio cuenta, y de ese descubrimiento nació un nuevo sistema de cierre, un sistema que en poco tiempo desplazaría la importancia de otros sistemas como cremalleras o botones. Además, por su elevada facilidad de uso y resistencia se emplea en otros muchos usos cotidianos e industriales como sistema de enganche y fijación.


Así es como fruto de un paseo por el campo y de una mente brillante capaz de darse cuenta de que su descubrimiento podría suponer algo más que una simple curiosidad pasajera, el ingeniero De Mestral descubrió el archiconocido Velcro, bautizado así de la unión -una vez más la unión- de las palabras francesas velours y crochet, terciopelo y gancho.

La mezcla de genialidad, suerte, casualidad y esfuerzo suele dar resultados sorprendentes que se convierten en verdaderas revoluciones. 

Webgrafía:

martes, 20 de noviembre de 2012

La casualidad como causalidad


La casualidad nos da siempre lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir. Esta frase del escritor y poeta francés Alphonse de Lamartine, explica en gran medida que la casualidad puede ser fuente u origen de grandes descubrimientos, algunos de ellos, capaces de cambiar el mundo.

Muchos de los inventos y descubrimientos más importantes de la historia son fruto de hechos inesperados o afortunados que se produjeron buscando otros fines o por azar es decir, fruto de la serendipia.

La serendipia,vocablo derivado del inglés serendipity, es un término acuñado por el IV conde de Orford, Horace Walpole derivado de un antiguo cuento persa en el que se narra la manera en que los protagonistas – los príncipes de la isla de Serendip, denominación árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka- encuentran solución a los problemas que se les plantean gracias a un conjunto de casualidades.


El término serendipia vuelve a estar de moda gracias al creciente interés que muestran las organizaciones y, en general, el conjunto de la sociedad a temas derivados de la innovación y la creatividad. En este contexto, la serendipia, hace referencia al hecho de realizar un descubrimiento de manera afortunada, pero también a la habilidad que muestra una persona para darse cuenta que lo sucedido puede derivar en un descubrimiento aunque no sea precisamente el fin que buscaba.

La historia está llena de curiosos casos de serendipia que abren la puerta a pensar que la innovación, en ocasiones, viene dada por un hecho casual. Esto no quiere decir que la innovación se presente únicamente con golpes de suerte o efectos mágicos, si no que a veces, la oportunidad se nos presenta y es necesario disponer de la habilidad para reaccionar ante ella.

Casos como el descubrimiento del velcro por parte del ingeniero suizo George de Mestral o de los conocidos post-it de la empresa 3M a raíz de una partida defectuosa de pegamento del doctor Spencer Silver, nos dan muestra de ello. La casualidad se dio de una forma u otra, pero es necesaria también la capacidad del inventor en cuestión para darse cuenta del descubrimiento y transformarlo en un producto o servicio capaz de convertirse en una verdadera innovación.

La innovación es, por lo tanto, fruto del trabajo, la observación y la capacidad para aprovechar todas las oportunidades que se presentan, sea del modo que sea y allá donde se produzcan. Por ello, es interesante sistematizar la innovación en todos los procesos y actividades de las organizaciones, de manera que las casualidades se conviertan en causalidades del éxito.


Cuando la casualidad se convierte en flujo continuo de causalidades es debido a que las personas que componen cualquier organización están más preparadas para darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, que son capaces de convertir una idea en realidad y ejecutan su trabajo en base a la observación continua y la creatividad.

Por lo tanto, la casualidad es uno de los factores que pueden intervenir en un proceso innovador, al que se debe estar atento, pero no es ni mucho menos el único. Las capacidades y competencias personales, así como el esfuerzo y la preparación son ingredientes más que necesarios en esta combinación.Y es que, como dijo Anatole France, “En todo lo que nos rodea y en todo lo que nos mueve debemos advertir que interviene en algo la casualidad.” 

domingo, 25 de marzo de 2012

TRIZ o la manera de metodizar la innovación

¿Cuál es el punto que tienen en común la mayoría de innovaciones? Si se pudiera resolver esta pregunta, tendríamos delante de nosotros la llave para generar nuevos productos y servicios y garantizarnos, en gran parte, el éxito de antemano.

Esa misma pregunta se la formuló en 1946 el ingeniero ruso Genrich Altshuller, que creía en que era posible encontrar una metodología para inventar. Para ello examinó y analizó una serie de patentes para poder encontrar un patrón común que explicará la manera de sistematizar la innovación.
 
Este estudio le llevó a encontrar diferentes principios comunes y a desarrollar su teoría conocida como TRIZ o la teoría para resolver problemas de inventiva. ("Tieoriya Riesheniya Izobrietatielskij Zadach" ТРИЗ).

La metodología TRIZ propone analizar los problemas o conflictos siguiendo un método algorítmico basado en la conversión del problema específico a un problema modelo de solución conocida o con un modelo de solución, para, en este punto, volver a convertir la solución general a la solución del problema que se planteaba inicialmente.

Esta técnica algorítmica está íntimamente ligada con la heurística - o la capacidad de un individuo de encontrar una solución innovadora para él mismo, o para su puesto de trabajo, que consiga solucionar el problema planteado de forma innovadora - popularizada gracias a la publicación del libro del matemático húngaro George Pólya, Cómo resolverlo (How to solve it). En este caso, la aplicación de la teoría TRIZ sería muy similar a la técnica heurística de la Variación del problema o a la del problema auxiliar, de las que hicimos referencia en anteriores posts de Revolución Innovadora.

La teoría para resolver problemas inventivos, dota a los técnicos de un sistema para mejorar la resolución de conflictos de una manera rápida y efectiva mediante la generación de ideas.


Altshuller observó cinco niveles de novedad y los clasificó en función de la creatividad de la solución y de la procedencia de la fuente de conocimiento necesaria para la solución del problema planteado. Estos niveles son:


La teoría TRIZ ofrece soluciones a los problemas dados de nivel 2, 3 o 4 de manera rápida y efectiva, generando cambios significativos en lo conocido hasta la fecha.
TRIZ es una teoría de generación de ideas vista desde el punto de vista técnico y analítico, encontrando patrones de semejanza entre muchas ideas nuevas y, de esta manera, generar un método para el resto de soluciones creativas que se quieran encontrar. Se basa en el pensamiento lateral y algorítmico de la heurística.

Sin embargo, existen muchas otras técnicas de generación de ideas y de estimulación de la creatividad, sea colectiva o personal.

Sea como sea, la creatividad y la innovación se pueden practicar y como hemos visto, incluso se pueden sistematizar, pero en todo ello, existe también un componente de suerte y muchas innovaciones han sido fruto de la serendipia o aquellos descubrimientos afortunados e inesperados que se producen cuando se está buscando otra cosa distinta.

Las ideas son la chispa que encienden el motor de la creatividad, pero para que el vehículo avance, hace falta combustible. Y este combustible es la generación constante de ideas y la innovación permanente en una organización para asegurarse la supervivencia de la misma en la sociedad del conocimiento.

En ocasiones la creatividad nace de una inspiración momentánea, pero, si se estimula y se trabaja la generación de ideas, es seguro que estas llegarán, en palabras de Pablo Picasso: “Creo en la inspiración, pero siempre que la inspiración se me presenta, me encuentra trabajando”.

Webgrafía:


domingo, 18 de marzo de 2012

EL VALOR DE LAS IDEAS

Mark Twain decía que un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa. Y en parte, no le faltaba razón. Cuando una persona tiene una idea, debe hacer lo imposible para conseguir que esa idea se transforme en algo real y tangible.


Una idea, como tal, es algo que no existe, sino que simplemente se halla en la mente de alguien, y es necesario poder convertirla en algo capaz de ser compartido con el resto del mundo, de la idea al éxito hay un paso, pero, de la idea al humo, también.
Una buena idea, lo es cuando se convierte en algo. En lo más estricto del término, una idea no tiene ningún valor por sí sola, sino que el valor se le va añadiendo por capas a medida que se avanza desde su concepción hasta el hecho final.
Las ideas, para convertirse en un elemento de éxito, deben seguir un ciclo evolutivo. En primer lugar, la idea, es la que inicia el camino. Cuando un emprendedor tiene una idea, es la chispa que acciona el motor de la creatividad, pero a su vez debe convertirse en el fin, en el objetivo, es decir, la idea se tiene y se lucha por alcanzarla, es la paradoja de las ideas, tener que alcanzar o conseguir algo que tienes.


Como todo proceso evolutivo, lo importante no está en el fin, si no en el camino recorrido para llegar hasta él y en este caso, ese camino, es el proceso creativo por el que pasa cualquier emprendedor al crear su empresa o una organización al poner en marcha un nuevo producto o estrategia empresarial. Todo nace de la idea y desemboca en la consecución de la misma.

Por todo ello, lo realmente importante no es tener muchas ideas, sino saber filtrarlas y encontrar el modo de hacerla realidad. Una idea puede no tener valor o tener un valor incalculable, todo depende de que hagamos con ella, de eso se trata, de innovación, de la creación de algo nuevo y de su introducción en un mercado. Existen métodos para generar ideas, hábitos para hacer de la creatividad casi una costumbre, pero, donde de verdad se demuestra el espíritu emprendedor y el carácter innovador es sabiendo gestionar la manera de sacarla adelante.

Debemos cambiar la vieja frase de ¡Tengo una idea! por la de ¡Tengo la manera de hacer realidad mi idea!

Como dijo en su día Santiago Ramón y Cajal: " Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas."